Esa mañana decidí revisar mi correo y encontré un correo de invitación a un foro acerca de unas ideas que había enviado anteriormente, para generar cambios en el país en relación a detener la violencia sobre todo en los jóvenes; emocionada por la idea, dispuse prepararme para participar en el foro de Armando Paz.
Quien es Armando Paz
Armando Paz es un proyecto para jóvenes constructores de paz, con el apoyo de Zola design, Mtv, USAID, La Organización de Estados Americanos (OEA) y Trust, que busca a jóvenes que generen cambios a través del diálogo social, el arte y los medios; sin duda una muy buena idea creativa a partir del nombre, cuando iba a clases, a la iglesia u otro lugar me llamaba la atención las vallas publicitarias de Armando Paz, que dentro decía hay algo que quieras cambiar, palabras que agitaban mi interior para hablar de mis ideas solo para contribuir a través de esta gran iniciativa.
En un hotel de la capital se desarrollo el foro, plagado de jóvenes y gente entusiasta y creativa, al llegar el encuentro con los entrenadores y estrategas capacitados, la argentina Cecilia Sleinman de la OEA, representantes de FUNDASALVA, del Gobierno y de Armando Paz, estaban ahí ya dispuestos a sembrar sobre tierras preparadas para el cambio,
Mascaras para enfrentar la batalla
Como se preparan las tribus para las batallas, las presentaciones no se hicieron esperar el gobierno, invitados, prensa y medios de comunicación, la cobertura total del evento; pero la diversión no se hizo esperar, como si de volver a la infancia se tratara en mi caso a la clase de estética y arte en un pueblo del departamento de la paz, iniciamos elaborando mascaras con muchos coloridos materiales, yo encantada pues me gustan los colores. La creatividad nos asalto desprevenidamente y como la inspiración de nuestros antepasados plasmábamos en cada una nuestro mensaje, el mensaje de cambio y paz, el resultado: mascaras espectaculares y coloridas se vieron en todo el salón.
El ejemplo de un guerrero
Al inicio de la segunda jornada, apareció un guerrero llamado Carlos Arguello, el cual ilustro todas sus luchas e ideas que lo llevaron a vencer los retos, el director de efectos especiales de Narnia, Videos de Michael Jackson y Ricky Martin, proyectos de la NASA entre otros, nominado al Oscar 2005 por mejores efectos especiales.
Nacido en Nicaragua, de donde surgió su deseo de viajar a Estados Unidos para trabajar 6 años de mesero, que según él comenta, sirvieron de trampolín, pues se pagaba de aquí sus clases de diseño gráfico, y es que el dice que todas las cosas suceden por algo y nunca es tiempo perdido.
El nos dio unos consejos en respuesta a nuestras preguntas, los cuales describo a continuación:
1) Trabaja primero tu interior, trabaja tu espiritualidad antes de emprender la lucha por tu sueño
2) Elimina la palabra obstáculo, concéntrate solo en lo que te hace avanzar
3) Si no existen las oportunidades créalas
4) Piensa en dar
5) No te compares con nadie
6) Nuestros beneficios y poderes desaparecen si solo somos para adentro (Cuento maya)
7) Cruzaremos el puente cuando lleguemos, el puente se irá construyendo él solo para abrirnos paso.
Carlos se entristeció mucho al regresar a Centroamérica después de algunos años, vio como nada había cambiado, es como decidió fundar un estudio de efectos especiales con jóvenes de Antigua Guatemala, ellos exportan principalmente a Estados Unidos y ya tienen otra sede en Colombia, siempre enfocados a mejorar la vida de más jóvenes.
Carlos, nos dejo a todos inspirados con su talento y creatividad, y también dejo pintada una consigna de lucha por la paz a través de descubrir y pulir tu talento, para ayudar a otros y no dejarte vencer en el camino.
Preparándonos para el reto
Preparados con mascaras para enfrentar el reto, sorpresivamente llego la Lluvia de ideas, todos al hablar de nuestra estrategias plasmadas en las mascaras, intercambiamos ideas como en una reunión secreta donde nos preparábamos para la guerra de la paz, sigilosamente escogíamos las mejores estrategias por medio de una votación unánime.
Los puntos de ataque definidos en un mapa
Ya ataviados con mascaras, con el rumbo claro y con nuestras estrategias de ataque definidas, teníamos que analizar la dirección en la que nos íbamos a mover en nuestro mapa, planeamos cuales eran nuestros debilidades y fortalezas y luego una estrategia en punto de lanza para disminuir el riesgo y utilizar las fortalezas, una vez definidos, a pegar, escribir y dibujar en el mapa de nuestro bello país El Salvador.
La exposición a los constructores de paz
Ya con nuestro mapa listo, regresamos a nuestro punto de reunión donde expusimos al pleno nuestras estrategias para vencer el reto, después de exponerlas, cantamos, recitamos poemas y reímos, para luego alistarnos para escuchar las ideas de nuestros similares, los guerreros de la luz de esta batalla por la paz ya ha iniciado, una nueva generación ha despertado.
Inicio de la batalla
Armando Paz y sus seguidores han iniciado la batalla, y han brotado como si de hierba tierna se tratara, para cambiar inicialmente nuestro interior y luego sembrar, para hacer nacer la paz que llevan dentro y pasarla a otros, estamos en una emergencia por eso los guerreros ya están pasando la voz, esta es una emergencia en la que todos estamos contra el reloj, esta es la guerra orgánica de Armando Paz y sus guerreros de la luz.
El próximo encuentro
Los trabajos se reanudaran nuevamente de enero a marzo 2011, puedes visitar este proyecto en www.armandopaz.com también en facebook y convertirte en un agente de cambio, constructor de paz de El Salvador.
La doble (y fantástica) vida de Carlos Argüello
Era uno de los popes en efectos visuales de Hollywood hasta que largó todo y se refugió en Guatemala. Allí, con un nuevo equipo, crea mundos virtuales para el cine y un futuro laboral para muchos talentos latinos.
ANIMADO. Trabajó con Michael Jackson, Oliver Stone y es el cerebro de las grandes películas de efectos visuales. Por Horacio Bilbao
En 1991, el nicaragüense Carlos Argüello había desarrollado un efecto visual para la película Terminator. Michael Jackson lo vio y enseguida compró. Por fin una secuencia de caras podía pasar de blancos a negros a orientales a indios... Así cerró Black or White, el sorprendente video de Jackson. Y así se abrió un camino promisorio para Agüello, que saltó de los clips al cine sin escalas. Trabajó con Oliver Stone, hizo Space Jam, acompañó el nacimiento del ogro Shrek, hasta que en medio de sus más rutilantes éxitos le llegó Armageddon, el filme que le cambió la vida y que marcó el fin del idilio. Quemado por tanto efecto visual, decidió regresar a Guatemala, donde ya hacía años vivían sus padres. Joven y con el futuro asegurado, decidió retirarse. Pero no pudo. Se había dedicado a cocinar y a matar el tiempo, pero casi sin darse cuenta también estaba armando un equipo de trabajo con jóvenes guatemaltecos. Y el proyecto estalló. Argüello descubrió su veta social, que hoy explota por todo el continente con su Studio C y la fundación que lleva su nombre. Ahora hace películas para Hollywood desde América latina y va armando equipos de diseñadores de arte y programadores en distintas ciudades del continente. Sabe que con los costos de la tecnología en baja, la materia gris latinoamericana puede competir con cualquiera y sin necesidad de emigrar. Encontró su veta política Argüello, y así le hace honor a su tío abuelo, que fue presidente de Nicaragua antes de los Somoza. Invitado de lujo al Festival Malpensante de Colombia, le dijo a Ñ que el 3D es una buena oportunidad para el cine de sala y que todavía se sorprende cuando cuenta que ahora, en una sola escena, pueden trabajar hasta 15 compañías distintas. Viaje al reino de la fantasía, desde la realidad Latinoamericana.
Tenés varias vidas, ¿cuándo empezó la del creador de efectos visuales?
Alrededor de los noventa. Me fui de Centroamérica a San Francisco sin saber inglés, sin tener trabajo, y me empleé de mesero. Cuando entré en el rubro entretenimientos, haciendo videos de música, ni siquiera sabía que esto iba a convertirse en una industria. En los 90 teníamos 10 escenas por película, hoy algunas películas tienen 2 mil.
Recibiste un buen envión de Michael Jackson, ¿qué te transmitía?
Fue un punto importante en mi carrera. Hice cuatro videos con él, incluyendo Black or White y Remember the times. Siempre le gustaba empujar los límites. Y todo el tiempo pedía ver pruebas y cosas nuevas. Entonces vio una técnica nuestra para hacer un cambio de caras y de inmediato dijo: "Ese es el final de mi video". Fue nuestra primera producción para un mercado global.
Entonces la aparición de Michael coincide con tu despegue en el mundo de los efectos...
Hubo un salto, pero no solo nuestro. Ese fue un momento en el que la industria, mirando lo que pasaba con Terminator y Jurassic Park, se dijo: Ah, podemos meter más efectos en todos lados y hasta ganamos taquilla. Ahí nació el cambio. Desde 1992 a 2000, fue el crecimiento de la industria y también el nuestro.
¿Cómo resumirías esa evolución?
En una primera etapa, creamos imágenes en la computadora con la obsesión de hacer cosas reales, que pertenecieran al mundo real. Ahora hemos sobrepasado ese punto. El público de cine ya no distingue cuándo hay efectos y cuándo no. Eso abre un campo de exploración visual que no existía antes, mezclas de mundos entre lo real, lo fantástico y lo ultrafantástico.
Pero buscabas también otro mundo, y te alejaste de Hollywood...
Yo estaba trabajando feliz, con todos los grandes estudios, pero al llegar a Armageddon, que fue la última película de mi primer período, algo pasó. Había algo más que me llamaba en la vida. Y me dije que en Los Angeles no lo iba a encontrar. Necesitaba moverme.
Volver...
Sí, decidí regresar con mi familia, a Guatemala. Según yo, me estaba retirando. Aprendí a pintar, a cocinar... No me daba cuenta de que estaba juntando mis dos grandes intereses, el creativo y mi inquietud por difundir estas oportunidades entre los jóvenes latinoamericanos.
Y otra vez al éxito, que te siguió a Guatemala.
Comenzamos con un estudio pequeño, con seis jóvenes. Lo mínimo que podía hacer era enseñarles lo que yo había aprendido. Esos seis jóvenes se convirtieron en 16, luego fueron 30. Tenía un compromiso con ellos y en Centro América el mercado es muy pequeño. Entonces, cinco años después de haberme retirado, volví a Hollywood. Llamé a unos cuantos amigos y me invitaron a participar en una película muy grande, de Universal. Les dije que sí, que me sumaba, pero que conmigo venían 30 más. Ellos aceptaron, siempre y cuando yo me hiciera responsable por su trabajo. Juntos hicimos una película a través de Internet.
Alabado sea Skype...
Claro, un sistema de teleconferencias en Los Ángeles, allá por 1992, costaba 50 mil dólares. Ahora, con el i-chat, de Mac, o el Skype, esto es prácticamente gratis. Y en esta tarea siempre es fundamental que nos veamos. Estemos en el país que sea, siempre vamos conectados por Skype.
¿Es la manera de subirse a la industria sin salir de sus países?
Sí, esto ha ido cambiando. En los noventa, cuando yo me fui a los EE.UU. éramos gente de todo el mundo en Hollywood. Pero ahora no. Nuestro caso es un ejemplo. Somos el primer estudio en América latina que ha trabajado con Disney, Universal, Dreamworks, Fox... y hemos empezado a abrir un camino.
¿Un camino de efectos visuales para Hollywood?
Hollywood hace entre 400 y 600 películas de este tipo por año, con un presupuesto que ronda los 100 millones de dólares del que el 50 por ciento se destina a efectos visuales. En el resto del mundo nuestros presupuestos apenas se arriman a los 3 millones.
¿Y cuál es la apuesta?
Ofrecer oportunidades sin abandonar el lugar en el que están, sin obligarlos a dejar sus familias y comunidades. Hacemos el camino inverso, le pedimos a la industria que venga a invertir a los lugares en los que nosotros estamos.
La masificación de la tecnología, ¿lo hará posible?
Eso quiero pensar. Cuando llegué a California, mi primera computadora costaba 90 mil dólares. Hoy, aquí en América latina, ese mismo equipo no supera los dos mil. Eso, sin duda, democratiza el acceso a una fuente laboral.
¿Qué les exigen las productoras a ustedes? ¿Se puede seguir inventando todo el tiempo?
Eso es lo bonito. Cada película abre un mundo nuevo para crear narrativamente y técnicamente. Y este mundo siempre pide cosas que nunca hayan sido vistas antes. Ese es nuestro trabajo.